Dudas, mitos y zaraza sobre la cosmética natural y la cosmética industrial

Está claro que el concepto de la cosmética natural es un invento del siglo XX.

Al igual que los huevos de campo, las vacas alimentadas a pasto o el trigo orgánico. Antes de que se descubriera el petróleo y apareciera la industria química, farmacéutica y alimenticia los humanos los denominábamos simplemente huevos, vacas y trigo.

Encerrar 20 mil gallinas o 4 mil vacas para alimentarlas con químicos, antibióticos y hormonas de crecimiento no era posible. Ni para la mente ni para el bolsillo. Arrojar millones de litros de venenos y pesticidas cancerígenos sobre una fruta o un grano que días después será nuestro alimento, tampoco.

Con la cosmética pasó lo mismo. Hace cinco mil años los humanos ya usaban plantas, frutas o arcillas para cuidar la piel o maquillarse. Pero desde hace unos 80 años nuestro cuerpo y nuestro rostro absorbe componentes que provienen de la misma sustancia de la que se extrae el combustible para los camiones y trenes.

En varios artículos de mi blog me referiré a este tema así que no voy a aburrirte. Sólo quiero que entiendas que para recuperar y proteger tu piel tenés que saber cuidar de tu cuerpo y usar sólo productos de cosmética natural. Hablo de componentes afines a tu piel y cuya base oleosa sean aceites vegetales y no minerales. Allí están los ingredientes que pueden aportar los ácidos grasos esenciales, las vitaminas y antioxidantes que tu piel necesita. Los que pueden proporcionarte suavidad, hidratación y elasticidad natural. Los que la nutren, la protegen y la ayudan a funcionar bien.

Y ahora quiero agregar algo: la cosmética natural es una ciencia. Y que hoy se encuentra en plena evolución gracias a los descubrimientos y aportes constantes de naturópatas, ingenieros, biólogos, químicos y dermatólogos. Y si no es científica, la cosmética natural puede no dar los resultados que estás esperando. Puede incluso, generar resultados absolutamente indeseables.

Por eso, con el mismo énfasis con el que te aconsejo no exponer tu piel a aceites minerales, parabenos y otros tóxicos, te sugiero que te cuides de dos males de esta época: los de una cosmética natural que no es cosmética y los de una cosmética natural que no es natural.

Un “tip” que diga, por ejemplo, “machacá uvas y frotalas por tu piel ya que éstas contienen polifenoles y otros antioxidantes que ayudarán a disminuir tus arrugas” podría, quizás, ser un buen consejo. No lo sé. Daño seguro que no te va a hacer. Pero no es cosmética. Un producto cosmético natural está formado básicamente por cuatro componentes principales: el excipiente (lo que sería “el vehículo” para ingresar al cuerpo), los principios activos, los correctores y los aditivos naturales. Por eso elaborar cosmética natural es complejo y cortar rodajas de pepinos no. Mejor que no deposites tu confianza en esos tips. La mayoría son como los caballos de las estatuas: no te cagan pero tampoco te llevan a ninguna parte.

Hasta aquí, resumida, la “cosmética natural” que no es cosmética. Ahora hablemos de la otra posibilidad mencionada.

 

La cosmética natural que no es natural

Quiero comenzar alertando sobre un fenómeno que prosperó en los últimos años producto de las restricciones económicas de la pandemia y la necesidad de generar algún manguito extra. Algunas mujeres (bien intencionadas) se pusieron a “elaborar” y vender “cosmética natural”.

Seguro que conocés a alguna. El proceso de elaboración es bastante simple y consiste -básicamente- en la compra de un producto denominado “crema base” al que se lo fracciona y “enriquece” con aceites, principios activos o, incluso, ácido hialurónico. La mujer bienintencionada lo fracciona en frascos más o menos mononos y con su venta colabora con su economía doméstica. Tengo una mala noticia: cuando se lee el INCI (o sea, la Nomenclatura Internacional de Ingredientes Cosméticos) puede descubrirse que la “crema base” contiene el famoso “oil mineral” (o sea aceite derivado de petróleo) y un compilado de emulsionantes altamente tóxicos, cancerígenos y mutagénicos. Es decir, no hay manera de que de allí surja un producto natural. Hay incluso quien la comercializa ofreciéndola como “crema base para cosmética natural”. En mi barrio, a ese que engaña a las bienintencionadas no lo incorporamos al grupo de los bienintencionados. En Alem y La Colorada los ponemos en la bolsa de los hijos de puta.

Por otro  lado  están  los  productos  que  utilizan  el  “greenwashing”.  Es  decir “ecoblanqueo”. Básicamente es marketing engañoso que promueve la percepción de que un producto o una organización respeta el medio ambiente. Se usa en todo tipo de artículos pero en las empresas de cosmética están a la orden del día.

Son fáciles de detectar por la abundancia de palabras natural, verde, sostenible o libre de tóxicos. También por el exceso de color verde y de imágenes de plantas, hojas, frutas o flores. Y -no podían faltar- palabras en inglés: clean, green, vegan, organic y, por supuesto, ecofriendly, que siempre la rompe. Divino.

 

Los grandes beneficios de la cosmética natural

Más principios activos
Muchas marcas masivas, industriales o tradicionales usan ingredientes “de relleno” durante su fabricación. Esto significa que no tienen ninguna función “beneficiosa” sobre la piel ya que no aporta nada especial, sólo se usa para aumentar su volumen sin aumentar los costos. Como cuando cae el tío Pachecho sin avisar y “estiramos” el relleno de los ravioles con pan rallado. No es lo mismo usar aceite mineral (acordate: derivado del petróleo) que no cuenta con ningún beneficio real, que aceite de pepitas de uva, con un alto contenido de Omega 6, que ralentiza el envejecimiento celular.

El efecto es superior
Cuando aplicamos sobre la piel un producto que tiene un número alto de principios activos, todo tiene un rol. La piel reaccionará mucho mejor haciendo que todos y cada uno de ellos realicen la función específica por la cual se ha formulado. Es por ello que los resultados serán mucho más rápidos y eficaces.

Mayor tolerancia
La mayoría de los productos industriales obstruyen los poros. La piel tolera mejor los productos naturales. Absorbe lo que le ponemos. Al volverse más permeable y activa recibe todos los beneficios del producto.

Cruelty Free
La cosmética natural es saludable. Es 100% libre de tóxicos. Pero además, por filosofía, no trabaja con ingredientes que provengan de animales o que hayan sido testeados en animales. Cuando comprás cosmética natural estás ayudando a frenar y erradicar la crueldad que sufren miles de seres sintientes año tras año en todo el mundo.

Cuidado del medio ambiente
Dejé esto para lo último.
Por una razón muy obvia.
Porque no tiene que ver con tu belleza física, ni con las patas de gallo, ni las arrugas de tu cuello.
Aunque sí tiene que ver con la belleza. Con la de tu alma.
Con la llama de tu espíritu. Esa que se enciende en cada acción cotidiana que conduce a un mundo mejor. A una belleza más responsable. A un planeta más sano.
Esa que evita que las selvas se sigan devastando. Y que los animales sigan siendo torturados o asesinados. Y que los mares, ríos y lagunas se conviertan en basurales por tanto veneno y tanta mierda que la industria cosmética genera.
¿Cómo no iba a tener que ver con tu belleza?

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